Rennes en un Día

Dicen de Bretaña que es la Galicia francesa, pero os prometo que es aún más bonita… No sólo lo digo por ser de allí, sino que es el segundo destino más elegido por los franceses para pasar sus vacaciones. Hoy os llevo a Rennes, o Roazhon en bretón. Aunque sea la capital de Bretaña, Rennes se puede visitar en un día dado que su casco histórico está muy concentrado. Si tuviera que compararla con alguna ciudad española, diría que está hecha más o menos como Málaga, así que todo lo imprescindible se puede hacer caminando. ¿Me acompañáis?

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Por la mañana

Empezamos el día con un desayuno en la terraza de La Kitchenette, ubicado en la Rue Jules Simon, justo al lado del mercado central de Rennes. El lugar es acogedor y cálido, tanto como las dos gerentes. Todos los productos están elaborados por empresas locales, entre los cuales podréis probar tostadas con mantequilla salada y mermelada caseras o las riquísimos pasteles con un zumo artesanal.

Subir la calle y pasar por debajo de los arcos del Palacio del Comercio y llegaréis ala Plaza de la República. Si seguís subiendo, os encontraréis en la plaza central de Rennes: la del Ayuntamiento. A la izquierda, podréis admirar la Cámara Municipal, construida después del gran incendio de 1720, y a la derecha se encuentra el Opera de Rennes. El edificio de la ópera forma parte de un ambicioso proyecto inmobiliario, incluye alojamientos y galerías comerciales, protegidos por una cristalera. Su otra peculiaridad es que se adapta a la forma de la Cámara Municipal: el saliente de este edificio responde al hueco del ayuntamiento. Un poquito más arriba os encontraréis en la Rue Le Bastard, una calle peatonal y comercial.

Tras esto, nos dirigiremos a la Place Sainte-Anne, seguramente la plaza más famosa de la ciudad, ya que es el lugar de encuentro de todos los rennais. Ha perdido un poco de su encanto desde que está en obras por las obras para construir la segunda línea de metro. ¡Seguro que os llama la atención ver tantos punks con cresta rodeados de perros! Estos forman parte del paisaje rennaisPodéis ir a visitar la Iglesia Saint-Aubin que está en la plaza, o si es sábado, dar un paseo al Marché des Lices, el tercer mercado de Francia que existe desde 1622.

¡Es hora de comer! En Francia, la hora de la comida es sobre las 12h30, 13h00. En la Rue de Penhoët se encuentra una de las mejores crêperies de Rennes, La Rozell. Os recomiendo probar la galette L’Armorique, con vieiras y champiñones, sin olvidar pedirse un bol de sidra bretona. ¡Y terminar con una crêpe al plátano con chocolate derretido y virutas de coco!

Por la tarde

¿Con ganas de siesta? No existe mejor lugar que el Parque Thabor, uno de los jardines más bellos de Francia que cubre 10 hectáreas en plena ciudad. Podéis dar un paseo por sus jardines franceses e ingleses, sus rosaledas, sus estatuas, su pajarera, su quiosco… ¡Os encantará!

Después de hacer la digestión con el paseo por el parque, tenéis la posibilidad de visitar el Parlamento de Bretaña. Es un monumento impresionante dibujado por el arquitecto del Palacio del Luxemburgo y marcado por las horas más importantes de la región: la revuelta del papel sellado o la lucha contra el absolutismo real. La Gran Cámara constituye la joya del Parlamento.

Si os apetece una cerveza (¡bretona, por supuesto!), podéis escoger una de las terrazas de la Place du Champ Jacquet. Si os fijáis en las casas que rodean la plaza, averiguaréis las características más típicas de la arquitectura de esta ciudad.

Para poner fin a la tarde, podéis dar un paseo por el casco antiguo, sin olvidaros de pasar por la Rue du Chapitre, las Puertas Mordelaises con su puente levadizo, la rue Vasselot, la Cathédrale St-Pierre, etc.

Por la noche

Para cenar, os aconsejo los mejillones de L’Abri du Marché arriba de la Place des Lices, pero si preferís comer algo rápido, dirigíos a la Rue Saint-Michel, la calle de los bares, rebautizada como “calle de la sed” por los rennais, y pedir una galette-saucisse en el bar Alex’s Taverne, la especialidad de la ciudad.

¡Ya estáis en el corazón de la fiesta! Tener en cuenta que aquí los bares cierran un poquito antes que en España (sobre la una de la mañana), pero luego podéis ir a “bares de noche”, que cierran sobre las tres o pasar la noche en discoteca. La más pintoresca es, sin duda, le Delicatessen, ¡el edificio fue una antigua cárcel del siglo XV!

Es hora de volver a vuestro hotel. Y cuando os levantéis al día siguiente, ¡coged el tren hasta Saint-Malo para pasar la resaca en la playa de la ciudad de los corsarios!

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